domingo, 20 de enero de 2013

PMP. Organizar la información. Fecha maldita.

Es cierto que existe una gran variedad de formas de entender la resolución de problemas y de clasificar los pasos a seguir. Pero siempre que hemos trabajado estos aspectos, nos ha gustado seguir la división propuesta por el gran maestro de esta ciencia Polya. El primer paso, según este autor, en la resolución de un problema es la fase de comprensión, en la que debemos dejar claro quienes son los datos que tenemos, qué debemos buscar, qué caminos podemos tomar y cuáles no, que conocimientos previos deben aportarse que no estén expresados literalmente en el enunciado, etc.

En estas páginas hemos dedicado en anteriores ocasiones entradas a esta primera fase de comprensión y en esta ocasión queremos añadir un nuevo heurístico que será el de organizar la información.

En la resolución de un problema de la vida cotidiana este heurístico es fundamental ya que en el enunciado nos podemos encontrar con información redundante o datos que no son necesarios para encontrar la solución que buscamos, por lo que es fundamental tener bien estructurada la información que poseemos. En los pasatiempos lo corriente es que toda la información que aparezca sea necesaria, pero aún así es importante comenzar con estos aspectos antes de empezar la resolución propiamente dicha. Este heurístico es además muy usual en los pasatiempos lógicos en los que es conveniente realizar un esquema o un cuadro para colocar toda la información de que disponemos.

El primer pasatiempo que incluimos está tomado de la revista QUO de Julio de 1996. En él basta ir tachando los días de la semana según las indicaciones para quedarnos con el día buscado.


Este tipo de problemas en los que hay que localizar una fecha o un día de la semana en función de una serie de condiciones se puede encontrar en varias versiones. Por ejemplo, tenemos el pasatiempo infantil siguiente tomado del periódico El País del 28 de Agosto de 2005.


Aunque las condiciones pueden liarse todo lo que se quiera, llegando a convertirse el enunciado en un galimatías, como en el siguiente tomado también de El País del 7 de Octubre de 2000.



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